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quarta-feira, abril 14, 2010

É pra lá que eu vou.

LA ESTATUA DE LA CELEBRE CREACION DE QUINO SE INAUGURO HACE SIETE MESES EN LA ESQUINA DE DEFENSA Y CHILE

Si alguien se propusiera hacer un ranking de las esquinas más fotografiadas hoy de la Ciudad, la de Defensa y Chile estaría, peleando el primer puesto. Es que desde agosto pasado, cuando se colocó allí la estatua de Mafalda sentada en un banco de plaza, turistas y locales hacen fila para sonreírle a la cámara, abrazados a la nena que desde la historieta logró fama internacional por cuestionarse el destino del mundo.
"Mafalda es el ícono del pensamiento disconforme de América latina", dice Ariel Soto, un periodista colombiano que estudia en Argentina, y que trajo a dos amigos recién llegados al país a fotografiarse con la más célebre creación del dibujante Joaquín Lavado (Quino). "Es muy interesante porque, desde la inocencia, este personaje señala lo que está mal, que suelen ser ese tipo de cosas a las que lamentablemente cuando uno es adulto, se acostumbra", comenta mientras apunta con su cámara digital a la nena de melena negra y zapatos guillermina. La esquina elegida para que Mafalda mire pasar el mundo, en el corazón de San Telmo, no fue casual. Sucede que en 1964, cuando comenzó a publicarse la historieta, Quino vivía a media cuadra, en el décimo piso de Chile 371, donde hoy hay una placa conmemorativa. Por eso, algunos de los lugares que aparecen dibujados en la tira fueron inspirados y pese al paso del tiempo, tienen todavía su correlato real en las inmediaciones de esa zona. El más evidente: el frente vidriado del edificio, con el umbral donde Mafalda se sentaba junto a sus amigos a observar con detenimiento el ir y venir acelerado de los adultos. También las calles adoquinadas "y las empalizadas de madera con el pastito crecido", según relató el propio Quino, el día en que se emplazó la estatua. "Es todo un símbolo", sintetiza Constanza, una porteña de Palermo que busca enfocar a su hijo de ocho años. El chico se trepa a la cabeza de Mafalda -una obra de 80 centímetros de alto realizada por el artista Pablo Irrgang en resina epoxi y fibra de vidrio reforzada- que resiste estoica las inclemencias del tiempo y las muestras de afecto más efusivas. "El ya la está leyendo", acota la madre. "El año pasado vi en un noticiero de España que habían colocado la estatua, así que ahora que vine a Buenos Aires, salí a buscarla para tomarme una foto", precisa Alvaro, un estudiante universitario de Extremadura. Lo acompañan dos amigos también españoles y otro mexicano. "En Chihuahua, que es la región de donde vengo, es muy famosa. Si hasta hay una banda de rock integrada sólo por chicas que se llama Mafalda en su honor", agrega Edgar, quien la conoció a través del diario de su ciudad porque durante años publicó la tira todos los domingos. Con la mirada fija en un punto infinito y las manitos dispuestas sobre un vestido verde lima, la muñeca de Mafalda resiste cientos de flashes por hora. "El otro día vino una chica brasileña que la tenía tatuada en el brazo, y el mes pasado una chilena que se sacó una foto mostrando el documento porque sus padres la llamaron así por la historieta", relata Mabel, la encargada de un puesto contiguo, que vende tazas, imanes y muñecos con los dibujos de Quino. "Mi personaje preferido siempre fue Miguelito, pero igual me llevo la foto con Mafalda, y la voy a subir al Facebook", bromea Gabriela Borges, una brasileña proveniente de San Pablo. "Yo estoy haciendo una tesis sobre ella, investigando cómo y por qué se la sigue leyendo hoy, cuarenta años después de haber sido publicada por primera vez", explica Agustina, una estudiante de Comunicación, sentada junto a la estatua. Frente a ella, su novio abre el celular y le pide que sonría.

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